Ulises vuelve a Ítaca
Diapositivas Literatura Arcaica
La Odisea, atribuida a Homero, es una de las obras más emblemáticas de la literatura clásica. Es una obra que explora temas como la astucia, la perseverancia, la lealtad y el anhelo del hogar y es, junto con la Ilíada, también obra suya, una piedra angular de la literatura occidental. Se trata de un poema épico que narra el arduo regreso de Odiseo (Ulises, en latín) a su hogar en Ítaca tras la guerra de Troya. Este viaje, lleno de aventuras, desafíos y encuentros con seres mitológicos, dura diez años.
Los episodios
La historia comienza en el décimo año del viaje de Odiseo, mientras los dioses discuten su destino. Poseidón, el dios del mar, está furioso con él por haber cegado a su hijo, el cíclope Polifemo, y retrasa su regreso. Atenea, en cambio, intercede para ayudarlo.
En Ítaca, su esposa Penélope y su hijo Telémaco enfrentan dificultades. Un grupo de pretendientes se ha instalado en su palacio, compitiendo por casarse con Penélope y consumiendo sus riquezas, bajo la presunción de que Odiseo está muerto. Atenea guía a Telémaco para buscar noticias de su padre.
El relato de sus viajes se narra en gran parte de manera retrospectiva, cuando Odiseo cuenta sus aventuras a los feacios, quienes lo acogen.
- Los lotófagos: Su tripulación llega a la tierra de los lotófagos, donde algunos hombres consumen el loto, una planta que provoca olvido y desinterés por regresar a casa.
- El cíclope Polifemo: En una cueva, encuentran al cíclope Polifemo, quien los captura. Odiseo idea un plan para escapar, cegándolo y engañándolo al decir que su nombre es “Nadie”.
- Eolo y los vientos: El dios del viento, Eolo, les da un saco con todos los vientos excepto el que los llevará a Ítaca. Sin embargo, sus hombres lo abren por curiosidad, desatando una tormenta que los aleja.
- Los lestrigones: En esta tierra, gigantes caníbales destruyen parte de la flota y devoran a muchos hombres.
- Circe: Llegan a la isla de la hechicera Circe, quien convierte a parte de la tripulación en cerdos. Odiseo, con la ayuda de Hermes, la enfrenta y logra que los libere. Permanecen allí un año.
- El Hades: Odiseo viaja al inframundo para consultar al adivino Tiresias, quien le da instrucciones para regresar a Ítaca y le advierte de futuros peligros.
- Las sirenas: Al cruzar por su territorio, Odiseo tapa los oídos de sus hombres con cera y se ata al mástil para resistir el canto hipnótico de las sirenas.
- Escila y Caribdis: En un estrecho peligroso, enfrentan a Escila, un monstruo de seis cabezas, y a Caribdis, un remolino. Pierden a varios hombres.
- La isla de Helios: Los hombres desobedecen a Odiseo y sacrifican el ganado sagrado del dios Helios. Zeus, en represalia, destruye su barco. Odiseo es el único sobreviviente.
- Calipso: Llega a la isla de la ninfa Calipso, quien lo retiene durante siete años, ofreciéndole inmortalidad si se queda con ella. Finalmente, los dioses intervienen, y Calipso lo deja ir.
Regreso a Ítaca. Odiseo llega a Ítaca disfrazado de mendigo, con la ayuda de los feacios. Se reúne en secreto con Telémaco y juntos planean cómo enfrentarse a los pretendientes. Con la ayuda de Atenea, Odiseo revela su identidad y los desafía a un concurso de arquería. Solo él logra tensar su arco y, acto seguido, mata a los pretendientes con la ayuda de Telémaco y algunos leales. Finalmente, se reencuentra con Penélope, quien lo pone a prueba para confirmar su identidad. La pareja se reúne, y la historia concluye con la restauración del orden en Ítaca.
El poema de Kavafis
A principios del siglo XX el poeta griego K. Kavafis escribió un célebre poema que recoge el espíritu de la aventura homérica.
Cuando emprendas tu viaje a Ítaca pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias. No temas a los lestrigones ni a los cíclopes ni al colérico Poseidón, seres tales jamás hallarás en tu camino, si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. Ni a los lestrigones ni a los cíclopes ni al salvaje Poseidón encontrarás, si no los llevas dentro de tu alma, si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo. Que muchas sean las mañanas de verano en que llegues -¡con qué placer y alegría!- a puertos nunca vistos antes. Detente en los emporios de Fenicia y hazte con hermosas mercancías, nácar y coral, ámbar y ébano y toda suerte de perfumes sensuales, cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas. Ve a muchas ciudades egipcias a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Ítaca en tu mente. Llegar allí es tu destino. Mas no apresures nunca el viaje. Mejor que dure muchos años y atracar, viejo ya, en la isla, enriquecido de cuanto ganaste en el camino sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.
Ítaca te brindó tan hermoso viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado. Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, entenderás ya qué significan las Ítacas.
Konstantino Kavafis, 1911 Traducción: Pedro Bádenas de la Peña
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